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Un grupo de investigadores de la Universidad de Granada ha desarrollado un nuevo material, a base de carbón dopado, que permite producir energía a bajo coste y reducir las emisiones de CO2 a la atmósfera. Se trata de un gel, recién patentado, que permite convertir el CO2 de nuevo en hidrocarburos, mediante una transformación electro-catalítica, ahorrando una gran cantidad de tiempo y dinero.   

 

Investigadores de la Universidad de Granada (UGR) han desarrollado un nuevo material, a base de carbón dopado, que permite producir energía a bajo coste y reducir las emisiones de CO2 a la atmósfera.

 

Según explican, se trata de un gel que permite convertir el CO2 de nuevo en hidrocarburos, mediante una transformación electro-catalítica, ahorrando una gran cantidad de tiempo y dinero.

 

En la actualidad, las centrales de energías renovables, como la eólica, solar o la mareomotriz (procedente de las mareas), producen picos de energía que se desperdicia, porque no coinciden con las necesidades energéticas. Almacenar esta energía en baterías para aprovecharla posteriormente sería un proceso muy costoso, que requiere grandes cantidades de metales puros muy caros, como el níquel o el cobre, por lo que en la actualidad este proceso apenas se realiza, indican los científicos.

 

El gel de carbón dopado desarrollado por la UGR actúa como un electrocatalizador altamente disperso (está formado en un 90% de carbón y una baja cantidad de metales pesados) y efectivo, por lo que permite transformar el CO2 en hidrocarburos a bajo coste.

 

Este nuevo material, desarrollado íntegramente en la institución granadina tras más de 10 años de investigación sobre geles de carbón, ha sido patentado recientemente por la Oficina de Transferencia de Resultados de Investigación (OTRI).

 

En fase de laboratorio

 

Como explica el investigador principal del proyecto, Agustín F. Perez-Cadenas, el gel de carbón dopado “no es una solución mágica para evitar las emisiones de CO2 a la atmósfera y acabar con la contaminación causada por el efecto invernadero, pero permite reducirlas considerablemente y disminuir también los costes energéticos”.

 

De momento, este sistema se encuentra en una fase de laboratorio, y no se ha aplicado aún en plantas energéticas reales, si bien las pruebas realizadas en la UGR han dado lugar a resultados “altamente prometedores”, concluye.