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Xulio González, en uno de los laboratorios del Grupo Teaxul en Vigo.  // José LoresXULIO GONZÁLEZ - Inventor y presidente del Grupo Teaxul. "Ser inventor no es difícil, lo complicado es que el resto de la gente te comprenda""Comencé en un pequeño bajo en Vigo, patenté 25 proyectos y desarrollé otros 59", recuerda.
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Fuente: Faro de vigo
Xulio González, en uno de los laboratorios del Grupo Teaxul en Vigo. // José Lores 

L.PIÑERO - VIGO Solo duerme dos horas al día y asegura que esa alteración biológica le permite dedicarse mucho más tiempo a sus investigaciones, que abarcan diversos campos. Fundó el Grupo Teaxul hace 29 años en un pequeño local en un bajo de Vigo. En este tiempo ha desarrollado más de medio centenar de proyectos, de los que ha patentado 25. El robo de información a través de sistemas informáticos en 2006 por parte de dos empleados y dos ex empleados –que fueron condenados a penas de prisión– estuvo a punto de arruinar a la empresa. A su larga trayectoria de premios, Xulio González acaba de sumar hace unos días el Premio al Proceso para el Desarrollo Sostenible, concedido por la Comisión Europea, la Xunta de Galicia y la Fundación Entorno por un proyecto Xulio González, en uno de los laboratorios del Grupo Teaxul en Vigo.  // José Loresde limpieza de túnidos.

–¿Es difícil llegar a ser inventor?

–No, no es difícil. Lo complicado es que el resto de la gente comprenda que eres un inventor.

–¿Le han llegado a comprender, o es un inventor incomprendido?

–Me ha pasado algo en la vida muy importante, creo que fue una herencia de mi padre que cubría con inventos las necesidades que había en casa cuando lo que necesitaba no lo encontraba en el mercado y eso me llevó a mí a buscar soluciones para los problemas que se plantean en diversos campos. Creo que por mis trabajos se empieza a comprender.

–¿Cree que existe una relación entre que duerma usted solo dos horas y su capacidad de inventiva?

–Yo era sonámbulo y a los ocho años sufrí una transformación. Está científicamente comprobado que lo que antes hacía dormido ahora lo hago despierto y que solo me ha afectado a la parte del metabolismo que regula el descanso. Las horas biológicas que duermo son de cinco a siete. El momento más bonito para mí es el de la noche, donde nadie me molesta, me puedo centrar bien en los proyectos y esas ilusiones que tengo en la cabeza se terminan haciendo realidad.

–¿Y dónde trabaja a esas horas?

–En casa tengo un laboratorio privado donde puedo hacer de todo, es un espacio que he adaptado a mi vida y donde me siento muy cómodo y muy a gusto.

–A lo largo de estos 30 años, ¿cuántos proyectos innovadores ha desarrollado?

–Hasta ahora son 59 los proyectos publicados. Esto quiere decir que se puede ver donde están o donde estuvieron funcionando. De estos proyectos, 25 cuentan con patente. Otros están completamente documentados y funcionando.

–De todos estos proyectos, ¿de cuáles está más satisfecho?

–En su día, del equipo para homologar equipos de atletismo, pero el más importante fue el que llevé a cabo en el año 1985, que dio la vuelta al mundo, y que era una báscula para el pesaje a bordo de los barcos: significó el punto de partida de toda mi carrera.

–Hasta ése momento, ¿cuál era la dificultad para pesar pescado a bordo?

–La verdad es que la electrónica con el mundo del mar estaba muy reñida. La humedad y el salitre hacían imposible equipos fiables de pesaje, porque no lo resistían. Entonces para mí era desconocido el mundo del pesaje, aunque no el electrónico. Los puertos utilizaban básculas mecánicas que se utilizaban durante un año hasta que se oxidaban, se tiraban y se compraban otras.

–¿Y qué solución le dio a este problema?

–Había un reto previo, que era lograr la estabilidad de la báscula los barcos que tienen un movimiento continuo. Había que buscar una fórmula para poder pesar el pescado en esas condiciones, pero armadores y patrones lo creían imposible. Así que lo asumí como un reto, y de hecho fue el más importante de toda mi carrera. El problema estaba en que las células de carga, que es el corazón de la báscula, no estaban preparadas para el ambiente marino, y además había que compensar el movimiento del barco. Y lo conseguí a través de comparación de peso, con un cálculo científico matemático. La segunda parte fue la estanqueidad, que también logré.

–¿Se resolvió?

–En el año 1988, en la Feria de Bilbao llené un estanque de agua marina y mantuve la báscula sumergida durante tres días. El último día se sacó la báscula, se hicieron todas las comprobaciones y la báscula estaba perfectamente calibrada. La repercusión en el mundo pesquero fue mundial. A día de hoy solo somos tres fabricantes en el mundo en esta especialidad.